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Era un hombre simple, con la simpleza como necedad. No hubo otros como él y esto fue la paradoja de su propio tiempo, en su unidad se repetía la desesperación de toda la humanidad. Creía en el arte de la fotografía como arte menor, pero también arte revelador, intimista, quizás poderoso. Era en exceso monótono con sus obsesiones mundanas, nada más simple que un hombre monótono, nada más desesperado que un hombre con obsesión.

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Horror, estamos algo vivos

Ahora nos dan la libertad de hablar y no tenemos nada para decir porque somos enanos insignificantes con pies de niña enferma. Ahora podemos decir que el infierno está acá con nosotros dándonos el calor que cielo no puede por sus burguesas pretensiones de paz y debilidad. Quiero ver verte desfilando frente a todos los balcones, quiero ver balcones cayendo como un crepúsculo de maíz hirviendo, una fiesta de semen rico en grasas trans. No somos ni un pequeño pedazo de dios, no somos ni un diablo de rebaja en una santería, somos muy poca sal, acaso un aborto subiendo y bajando por la garganta de lo que no podemos decir, decimos cosas irregulares, hablamos porquerías porque no podemos hablar ternuras, somos tiernos de la manera más burocrática y débil que el mundo pudo asimilar, somos invertebrados sin esperanza de flexionarnos sobre nosotros mismos

Amor, hoy quiero un té hirviendo sobre mi pecho hasta que las llagas tomen la forma de un patriota que ninguno conoce pero todos adoramos, quiero que el terror me atomice las células magras de mi cuerpo, quiero que los espacios óseos se rompan hasta fracturar el lugar donde se imagina el alma.

Bebamos hasta morir de tranquilidad, hasta que una fuente marrón nos salpique la cara y nos vea (ilusos, ilusos!) mirando un eclipse. No hay amor, no hay pasión más verdadera que la indiferencia y la vulgar moda de sumarse a los hábitos actuales.

Soy un rey cristo nuclear que puede morir y nacer tantas veces como erecciones existan, como vaginas de humo o amores perversitos.

Besos en el labio del medio a todos, besos en los ojos secuaces a todos, mi novia está arriba y no quiere bajar, mi amanecer no quiere subir, mis padres no quieren amarme, mis momentos no suceden, la música es lenta y una miel de vinagre baja por mi ego mientras me baño con corazones chocadores.

Soy politecnosexual y anodino, no tengo dios ni personalidad, no tengo deseos ni pasión, carezco de moral ante la muerte. SOY HERMOSO.

Humano. Vertebrado. Un río donde el mar moja sus pies.

Verdad del sexo

Un ruido a canilla goteando, largas pausas entre cada golpe metálico del agua, un olor a fresco de montaña, oscuridad absoluta. No sé quién soy o que hago en este lugar, no distingo nada, solo el tacto de las paredes y algo que parece ser un sillón, olvidé mi nombre o nunca lo tuve, eso no me importa, olvidé todo lo que me hace humano y sin embargo tengo la sensación de ser más humano que en cualquier otra vida. Estoy desnudo, siento que soy hombre de la misma manera que siento la oscuridad, de la misma manera que sé que hay una luz en algún lugar. Me acomodo en el sillón sin saber qué posición tomar, subiendo y bajando las piernas, moviendo la cabeza para todos lados que son ningún lado en tanta oscuridad. Las gotas siguen sonando en intervalos cada vez más breves, cada vez más duras, como toros acercándose en el desierto; el olor a montaña es olor a perfume europeo.

Estiro mi cuerpo desconocido todo lo posible en el sillón que se reclina, estiro los brazos y cierro los ojos doblando la oscuridad como a un pañuelo. Siento pelos que no reconozco como míos pasando por mi frente y bajando hasta los hombros, parecen tener autonomía porque en ellos hay una delicadeza en el desplazamiento que obedece a funciones mecánicas (o solo se trata del ímpetu juvenil de la seducción que no deja especio para la desprolijidad). Siento unos labios y sin verlos sé que son rojos, pintados frente a un espejo con una mueca que deja ver una boca entreabierta que conecta la oscuridad de su interior con este exterior mío, tan oscuro pero tan evidente. Los labios bajan con más música que los pelos, recorren mis mejillas y llegan hasta la comisura dela boca, se quedan allí, frenados por una ausencia, detenidos por el exacto tiempo en que una mariposa sale de su capullo y así, como un nacimiento anunciado, llegan sus labios a mis labios, un aterrizaje en terreno desconocido estudiado por siglos. Se tocan primero los de arriba, un suspiro a nieve nueva sale de su boca y entra en la mía al mismo tiempo que los labios se cierran formando una sola boca sellada por el rímel rojo que no es pintura sino un trazo de sangre dulce de fruta. Los cuatro labios se mueven, se reconocen por sentidos que penetran más allá de la anatomía, más profundo que la química, uniones físicas que no responden a la matemática terrestre. Ahora una mano se apoya en mi mejilla y luego otra mano en mi mejilla, luego las manos y la boca pasan por mi cuello a dejar su estela de cometas tornasolados. Me asfixio, los labios y las manos me ahorcan y empiezo a ver pequeñas luces en la oscuridad, no conozco mi nacimiento pero entiendo que muero, hay una sensación de alegría que me invade, las manos se aflojan y los labios se alejan succionando mi piel que se estira y ahora todo es oxígeno nuevo, perfume nuevo y las luces se apagan como universos en quiebra.

Las manos comienza a bajar por mi pecho, los labios siguen una ruta de sudor, las gotas de agua caen más cerca, más rápido, más fuerte, se escucha una respiración mojada, unos dientes tocarse, me arañan, siento las marcas en mi cuerpo, soy una fruta sangrando despacio para dar de beber a todos los humanos. Sus labios bajan, siento calor y ardor y miedo y frio y sangre y luz y canción y tristeza y vida y alegría y parálisis y letras en un cuaderno.

Me agarra la pija y la aprieta, todo es petrificación, todo es saliva y gotas de sudor con la suave acidez del alcohol, estoy explotando en cada célula roja que circula, todo es duro y hermoso, sus labios implosionan en cada centímetro que mi pija los penetra, entro en la oscuridad de su garganta, en la oscuridad que es más oscura que esta, mi pija entra y conoce todo, los labios mojan y vuelven a implosionar, mojan y llegan cada vez más profundos, luego una arcada, una sacudida y un respiro, más adentro, un reflejo defensivo anulado por el placer. Sale, vuelve a entrar, se moja, se lubrica, se santifica penetrando esa boca, penetrando la oscuridad en la oscuridad, cogiendo unos labios, una boca, una mejilla, una cabeza, una persona que parece estar volando. Las gotas suenan fuertes, ya sin silencios interpuestos.

LUZ

Algo de luz sale desde un rincón de la oscuridad, una construcción en progreso del mundo como tal, creciendo de a poco, dejando ver solo como la boca, los labios y las manos de mi amante que comienzan a antropomorfizarse, como un demonio en cópula, color a piel y transparencias. Las gotas hacen un ruido continuo sin estridencia, sin el picor de la molestia anímica, la luz aumenta, todo es bestial y armonioso. Otra mano en mi pija, otra mano, otra vez la boca, ahora unos ojos que me miran, grandes y sin ninguna pregunta, sin ninguna duda razonable en ellos, ahora unas tetas, enormes, volcánicas, llenas de pezón rozado, militares, esquizofrénicas, las tengo en la cara, tengo el pezón en la boca, me asfixió de carne y glándula, sudor frio y eléctrico, como un pezón, como dos, muerdo despacio y muerdo fuerte, con irreverencia, tetas mágicas y holocorpóreas. Más luz, más color rosado infiltrado por sangre endócrina, todas hormonas y todo pelvis, todo narcótico feromonal. Más luz, más ruido de gota, conjunción de sentidos en un solo sentido que se manifiesta con ella sentándose en mi pija, sus piernas flexionadas, su pelo con las partículas de mis mejillas, su boca con expresiones que mutan desde la sonrisa al horror del placer, a la aventura de la humedad. Toda mi pija dentro de ella, se queda allí sentada, otorgando el tiempo de un segundo al registro transdimensional de momentos de conjunción humana. Empieza a moverse, su bondad ha acabado, es despiadada, negligente, amoral. Es la electricidad libre en el agua de mar, subiendo y bajando, llevando el ritmo que marca la mitología de su propio planeta. Me arde, me quema, me duele, siento dolor, amor, pena, furia, violación, amor y amor. Mis manos aprietan sus caderas, la luz aumenta, mis manos aprietan más, todo se vuelve cegador, no hay otro ruido más que el agua fluyendo, no hay otro olor más que el mío, siento mi olor por primera vez y es eterno, es individualidad intransferible, es mío, por siempre, como una condena, como un regalo.

Mis manos suben, bajan, moviéndose en tiempos que no se controlar, me duele, me gusta, me eleva, me atornilla a la pared, a la luz, a la oscuridad en su ausencia, no vemos nada, estamos cegados y aturdidos, estamos rabioso. Me levanto, ella cae sobre el suelo soltando un aliento de pluma, su boca contra el suelo, sus tetas contra el suelo, su cuerpo asimilando el suelo, todo lo rosado se pierde en el brillo de la luz que invade todo. Separa sus piernas, nada se ve, separo sus piernas, solo un círculo rosado en el medio de todo lo blanco. Mi pija entra, escupida, violada, vengativa, entra con firmeza y con piedad, de a poco, hinchando las venas, entra, mitad, toda, un poco más, entra mi pelvis, entra mi pierna y mi pierna, entra mi abdomen, entra mi pecho, mi columna, entra mi hombro, mi brazo, mi dedo, entran mis mitades, mis partes ocultas, mi sangre, mis rasguños, mi cuello, mis mejillas, mi pelo, mis ojos que nunca vi, entro yo.

Me muevo dentro de su cuerpo que ahora es el mío, me muevo dentro de mi cuerpo que ahora es de ella, me muevo dentro de lo brillante del deseo, todo es agua, ruido a agua, olor a agua, tacto de agua, sentidos de agua, cuerpos de agua, pija de agua, concha de agua, culo de agua, nosotros somos agua. Me muevo por última vez, explota mi pija y todo es agua, ella explota como el agua, todo es agua.

Somos un charco de agua flotando en la luz que recuerda la oscuridad como lo más brillante que se ha visto alguna vez.

Duraznos, gatos y universo

Una rama se sacude por el viento y los duraznos crecen, un gato observa desde abajo mirando al cielo de los eternos, pensando en las angustias humanas, en los duraznos que crecen y caen maduros al suelo como pequeños universos que entendieron el aburrimiento y la guerra. El viento sopla más fuerte y los duraznos se agitan, algunos se desprenden de las ramas, inmaduros, fríos, perfectos. El gato los mira caer y los persigue en su viaje por el viento, se va con ellos, con los duraznos universales y el viento universal y el gato es todo el universo que ahora desaparece en un viento que se aleja de las montañas como un mar que perdió el amor.

Ya no quedan duraznos ni ramas ni gatos, hay un universo licuado, una estrellita que alumbra y está sola, abandonada de toda metafísica. Se fue el universo como una caricia que no llega a alcanzar el costado caliente de la cara.

Estoy sentado frente al árbol muerto, solo queda un olor a fruta tibia, solo queda una flor en la última rama, soportando el viento, soportando los agujeros negros, creyendo que amar es una reconstrucción de la nostalgia.

Querida flor, la nostalgia es el refugio en el pasado para un futuro que no existe.

KCUF

Una cara que sonríe pero en sus surquitos muestra la mediocridad de la depresión o una charla con las bocas bien abiertas, paralizadas por la acción del bienestar que se acepta en el globo donde estamos. Nadie dispara balas de material caliente, los que andan a los tropiezos se acarician con vibraciones de su celular, se los ponen en el corazón y esperan que la luna pase por marte. O sentirse solo y ocultarlo con pasto comprado en la góndola de congelados, salir a caminar con los mejores pantalones y la remera planchada, ningún gesto es más cobarde que vivir en sociedad, con todos nosotros revoloteando por ahí, dando ánimos que se secretan tan fácil como el pus. Nunca olvidamos que matar está mal, nunca nos planteamos que el mundo es una valija de cuero con las manijas masticadas por las gatos ¿O ni siquiera somos capaces de odiar? Ya no tenemos el conocimiento de los sentimientos profundos, todo es una telita virginal y perfume de moras,hasta los más entusiastas del delirio no reconocen el fuego de la vanidad, somos todos soldados que pensamos que la ironía es el ejercicio lúdico de la inteligencia.

Hoy un hombre debe morir, todos debemos ir a la plaza, colgarlo con nuestros cinturones y contemplar desnudos como el cuerpo se desprende de su cabeza.

Una vez que la cabeza quede colgada en el centro de la plaza nuestra obligación es bañarnos en su sangre, beber su sangre, transfundir su sangre en nuestro cerebro y entender que ninguna persona en este sitio y en ninguno conoce la verdadera elegancia.

FUCK THE PEOPLE

 

El nombre de los anónimos

Las palabras para decir olvido se guardan un nombre que vuela como una tormenta, como hormigas viajando al sol. Ese nombre se repite mientras miro la tarde, lo hago en voz baja para que no escuchen las otras personas que están adentro de mí, soplo ese nombre que da una vuelta en el aire tibio y vuelve a mi boca pareciendo un amante impotente, llega a las cuerdas vocales y duerme ahí, acantonado entre la saliva y el olor ácido de un pulmón que se desinfla, de un cigarrillo que explota gratis. Luego me levanto y extiendo los brazos hacia un cielo en el cual no creo pero lamento, llego con los dedos a tocar las barbas de dios, a acariciar la menstruación divina de los santos que son burócratas y que duermen siestas eternas.

Es solo un nombre, una palabra en un sobre orgánico que solo puede ver la luz unos momentos al día, cuando el sol parece hacer un esfuerzo para quedarse.

Día tras día el nombre crece y parece tener música.

Cuando muero, el nombre ya no es un nombre, es una estampilla pegada al revés en mi frente, es un aerosol pintando el viento.

Soy un amante vacío y anónimo, llego para quedarme muerto en las pausas, corriendo desnudo desde el sillón de mi casa, sacando mi espíritu de niño desoxigenado.

Sin el nombre no soy más que una guerra sin bandos, me extingo en un fueguito que va quemando las palabras sin importar su significado.

El nombre es el de todos ellos.

Párrafos para una persona sola

Las moscas se espantan de la gente, se corren llorando como si un pétalo se cayera de sus hijas enfermas. Los hombres fuman sus cigarrillos largos de mujeres enrolladas y se sientan en la vereda para ver pasar a los turistas tímidos que tienen penes pequeños. Todo es una burla y un escándalo, todo se habla con señas y la gente se toca las piernas por debajo de los escritorios, las oficinas son siempre de un celeste pálido, las oficinas siempre tienen cuadros de flores pálidas y flores de plástico en un jarrón que en otros tiempos estuvo lleno de envoltorios de caramelo y papelitos de cajero automático. En las calles de tierra aparecen personas desmayadas y a veces personas muertas que nadie reclama, la municipalidad recoge los cuerpos y después un camión riega todo con agua de rio para que la tierra no se vuele por el aire llevando alguna miseria del ser que se dejó caer ahí, entre los árboles y el pasto crecido. Las ambulancias van vacías de un lado para el otro, recordándonos la posibilidad de enfermar, las sirenas de los bomberos dejaron de funcionar, la policía solo sirve para saludar.

Hago un pozo en el fondo de mi casa, pasó todo el día, paso toda la noche, solo bebo agua y como frutas, continuo trabajando hasta perder las manos, continuo sin los brazos, después sin piernas, continúo cavando porque estoy haciendo un pozo en el fondo de mi casa, es profundo, ya no puedo salir, estoy atrapado o liberado, el pozo es oscuro y ya no se ve el sol, hay humedad y olor a dinosaurio, ya no tengo piel, ya no tengo pelos, no hay sonidos, no hay espesor en el aire, solo silencio y gotas de lluvia ferrosa.

Un, dos, tres. Arriba el mundo. Cuatro, cinco, seis. Abajo yo y todos los paraísos. Abajo una mosquita tan pequeña y asustada me pide silencio para que nadie la descubra.

Perdida de la importancia

Dios ya no importa, es un accesorio que no hace daño.

Me detuve para mirarla y su sonrisa de nena obscena me congeló. Prendía un cigarrillo y nunca lo fumaba, se lo acercaba a la boca solo para aparentar, todo es aparentar, me decía, y apenas rozaba los labios con el filtro, se movía con la música y se hacía la puta tibia y enriquecida.

Pudimos ser más que eso, dos esclavitos abrochados en una pared de telgopor, dos mensajes para no olvidar las compras en el supermercado, inventarios de personas, capaces de amar lo asqueroso y pueril, todos llenos de envidia a la normalidad dentro de una anormalidad perpetua, dentro de un zumbido de flores que no se oye bien.

Se sentó en la punta de la cama y juntó los pies haciendo que se toquen las plantas. Tenía una elasticidad casi perfecta, llena del juvenil desencanto del miedo a envejecer. Me sacó una foto pidiéndome que mantenga la erección y que me la agarre con las dos manos, que apenas se asome el glande y que no pierda la sonrisa. Gesticuló un poco y después se acercó reptando y me la chupó mirándome a los ojos sin pestañar por varios minutos.

Hoy dios no existe entre nosotros, hoy no hay nadie entre nosotros, ni siquiera nosotros.